sábado, 5 de diciembre de 2015


Hace tiempo que dejé de buscar un mundo mejor
porque este me escogió a mí
y no creo en las casualidades.
Aprendí a amar a través de unos ojos verdes y tierra
que me enseñaron que la única forma de cambiar lo que nos rodea es amándolo;
sólo así tendremos la fuerza necesaria para conseguirlo.
No quiero escoger el camino fácil, encauzarme en la ira,
cubrir todo del cemento que nos encierra
y terminar diseñando mi propia jaula.
No estoy dispuesta.

Tengo el verde de sus ojos clavado en los míos
como un filtro natural de magia
para teñir todo de naturaleza y calma, de esperanza,
de en esencia pura,
de sentimientos sin contaminar.
Tengo la tierra de las semillas que crecían en su mirada
en las manos
para acariciar con ella todo lo que toco
y que el orgullo de quienes la trabajan haga de su voz la melodía que todos elijamos.
No elegí este mundo,
pero sí elijo esta vida.
Elijo cambiar, elijo crear,
elijo amar.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Balas en las fronteras(como LCDM)


Lo encontré corriendo hacia mí cuando escapaba.
Me encontró, de frente, a la vez que la vida que venía a buscar
y se asustó de mis cicatrices de cadenas
de la cara oculta del ocaso
del gris del cielo que nos arropaba.
Me miró un segundo
y pude ver su futuro en un océano rojo sangre,
lleno de cadáveres más vivos
que los corazones de lxs asesinxs;
lxs que osan controlarme,
años de lucha hundiéndose
arrastrando su cuerpo
hacia el horizonte que esperaba
su alma salvaje.
Lo encontré, cuando escapaba,
por un camino marcado con mis huellas
y las de todxs
escapando de un fantasma que me sonrió
como recordándome quién era yo
y a que lado del mar pertenecía,
ignorando por completo el color de mis lágrimas.
Él se encontró con mi camino
y marcó sus pasos
para no olvidar su pasado
y poder moldear el porvenir.
No sabía que la tierra que pisaba
era hipocresía vestida de ensueño.
Me habló de la historia que abrazaba,
de los lazos de su pueblo,
de su viaje hacia ningún lugar
del arder del corazón cuando vives sobreviviendo.
La rutina es el reloj que más me quema” le dije,
y él me respondió que había dejado de contar el tiempo
cuando supo que este también se compraba con dinero.
Justo lo que no tenía.
Me cogió la mano
y se sorprendió de lo real de mi tacto;
había llegado a pensar que al otro lado del estrecho
hasta el sol amaba sólo su reflejo.
Tampoco se equivocaba.
Sólo sus manos heridas de vallas fronterizas
consiguieron lo que ningún otro aquí:

empezar a romper mis cadenas.


jueves, 3 de septiembre de 2015

-

Han pasado muchas cosas
pero han pasado
y no he podido parar ninguna.
No he descubierto nada nuevo sobre mí
en todas estas lunas a solas con mi cabeza;
no hay ninguna habitación ahí dentro
que ansíe algo más que la revolución.
Esta mirada se pierde
en un mirar hacia adelante que no existe. aún.
En un mirar hacia atrás que, a veces,
vuelve a sonreírme con timidez.

martes, 18 de agosto de 2015

No sé si me equivoco buscando la libertad
en una sociedad que está atada,
si debería jugar con las cuerdas,
si debería apreciar el sol a través de ellas.
No sé si es este cristal
un espejismo de mis sueños,
si en mi cabeza caben más ganas
de las que existen ahí fuera
si las únicas redes que me encierran
son las que aparecen al pensar en una tierra sin fronteras.
En este pensamiento aislado
sólo puedo ver mil letras ondeando;
no estoy sintiendo nada nuevo.
Alguien inventó la libertad hace tiempo
y no nos enseñó cómo amarla.
Sólo nosotros lo sabremos, supongo.
O sólo yo la deseo, no lo sé.
Quién puso las reglas y para qué,
a quién le rindo cuentas de mis excesos,
quién esta fuera de todo: ¿yo o ellos?,
quién se equivoca de dirección
si es que alguien lo hace.
Nunca sentiremos lo mismo
y nos seguimos empeñando
en poner un nombre a los sentimientos.
Yo no sé a dónde voy,
pero sí sé a dónde nunca iría.
No quiero vivir entre 4 líneas pintadas en un suelo
que me pertenece porque algún cualquiera lo dijo,
porque las pintó otro cualquiera
que sólo pensaba en él y en su "ellos",
que nunca pensó en mí.
Quiero dejarme los nudillos
en borrar el camino que me marcaron.
Dame una tiza,
voy a pintar un circulo sin ningún continente y mil mares
que sonría diciendo:
"aquí estoy, sólo hacía falta dibujarme."



lunes, 3 de agosto de 2015

Había un cielo entre tú y yo
pero tampoco ahí cabían mis ganas,
mis lamentos de tiempos fugaces,
mis lazos para no atarte.
Había un cielo, en el que tus sonrisas latían junto a mi fe, 
en el que no pensábamos en sentir, un cielo en el que juramos volar siempre hacia el mismo horizonte;
aunque fuese lejos y hubiese países y fronteras
y personas y años de por medio
y un ejercito de miedos que no iban a censurar nuestra sonrisa.
Caímos en las primeras redes
y ninguno de los dos lo llamó injusticia.
Lo dejamos estar, lo dejamos hacerse escombros.
Lo dejamos morir de tanto regarlo primero
y de negarle hasta las lágrimas luego.
No se acabó el amor,
se cortó la raíz cuando ella nos estaba respirando
y ni siquiera fue a tiempo.
Y esa no fui yo.
Aún me veo salvándote de cualquier guerra antes de recordar cómo me llamo.
Es mi forma de decir que el tiempo pasa y no lo veo,
que los sentimientos se transforman pero no mueren,
que los años se me escapan de las manos

pero el corazón sigue suspirando siempre por los mismos colores, 
que sigue arrojando sentimientos antes de que yo los sepa nombrar.
Que esta nostalgia ya a veces consigue hacerme sonreír

y no me va tan mal.

miércoles, 1 de julio de 2015

Dejadnos en paz


Hoy me he despertado mirando la misma pared con la que me pego desde hace algunos años,
esa que llaman realidad.
He mirado el reloj y he pensado en las personas que a estas horas estarían echando de sus casas,
en las que estarían amaneciendo con la salida del sol desde un banco cualquiera,
en las que estarían apurando su abrir de ojos en un ojalá profundo de que no fuese este el último.
Juro que le hes pensado.
Me he arrastrado hacia la rutina como un ciervo que espera a que lo maten
pero que no piensa dejar de correr,
con una sonrisa cansada pero ansiosa
con la esperanza de que hoy todo fuese distinto...pero no.
Las mismas caras largas,
los mismos cuerpos vacíos,
los mismos pensamientos fotocopiados,
el mismo idiota de siempre besando esa bandera llena de sangre
que ondea por toda esta ciudad.
Las mismas gotas salpicándome en la cara,
la misma rabia al sentirlas al lado de mis lágrimas.

No voy a sonreír ante mi propia muerte,
os estoy mirando desde una de nuestras tantas cunetas
esperando ese día en el que las campanas sólo suenen cuando sea fiesta
y en esa fiesta vea todas vuestras caras bajo rejas.

Estamos conviviendo en un mundo que rompemos
mientras le ponemos parches,
y yo me paso los días dibujando en mi cabeza
cómo desdibujar las fronteras que nos separan
pero si hay algo imposible de deshacer
son los lazos de dinero con los que nos ahorcan desde hace años
y que parece que sólo yo soy capaz de ver.

No entiendo las fronteras, ni la desigualdad,
cómo alguien puede comer rompiéndole la espalda al otro.
No entiendo la palabra utopía si no significa acción para conseguirla,
no quiero escucharla más en vuestras bocas
cuando sólo esteis vomitando miedo.
Nada que queramos es inalcanzable,
pero el horizonte nos parece muy lejano
cuando lo miramos desde la ventana.
Llorar por el projimo nunca fue suficiente,
porque sus lágrimas salen de nuestras manos,
son lo que no hacemos,
lo que permitimos.
Mirar hacia otro lado no es solución,
es barbarie,
ya que dejamos a la muerte denzar a sus anchas
al menos llamemoslo por su nombre.
Es la mano ejecutora a la que odiamos,
a la que llenamos de insultos ,
pero rápidamente olvidamos la miseria del de al lado
si esa mano nos tapa la boca con comida.
Cada uno elige con quien caminar al lado.

Mil y una noches he pensado en hacerles pagar yo misma
todas las muertes que cargan sobre su espalda,
las que aún siguen provocando,
las que algunos seguis aceptando,
pero luego he reconocido en mi misma la compasión
y me ha susurrado que yo no soy como ellos
y que nunca lo querría ser.
Nadie es un santo en un mundo de diablos
pero no todos escuchamos el mismo sonido ambiente en nuestro corazón.
Sigo con la fuerza intacta porque eso, según mi madre,
es lo que tiene que hacer la juventud.
Porque los años te destrozan
y te eneñan a hostias que al final eso que odiabas ver
es lo mejor que puedes hacer,
que los malos siempre ganan
y que tú no puedes hacer nada.
Pero yo sigo pensando que no
y “no” voy a seguir gritando ante cada injusticia que pase por delante de mis ojos,
porque sólo los quiero alimentar de amor.

La lucha no muere con una bala
ni nadie que se nos siga apareciendo cada vez que soñamos despiertos.
Por eso nunca mueres, comandante, por eso siempre te recuerdo.
Porque cuando no me queda esperanza,
desde esta jaula de papel desde la que escribo esto
solo puedo creer en alguien que teniendo mil pajaros en su mano
eligió soltarlos todos y regalarnoslos libres. Todo para todos.
Seguimos aprendiendo de ti,
alimentándonos de tu historia
nadie va a conseguir nublarnos tu rostro.

Dejadnos en paz, por favor,
sólo la queremos a ella.


jueves, 28 de mayo de 2015


Los años que dejo atrás me parecen otras vidas.
Pero yo el mismo animal.
Me agazapo ante mi nostalgia,
respiro entre los espacios del reloj de arena en mi estomago
y juego al gato y al ratón con mis pensamientos. ...
Pero nunca gano.
Pero nunca encuentro donde encerrarlos.
Me decido a luchar contra ella
cada vez que cierro los ojos
pero la espada de madera con la que lucho arde cada vez que la toco.
Así empieza todo lo que no termino.
Siempre me pierdo antes de llegar al final.
Los caminos se me cruzan para convertirse en laberintos,

los ríos se vuelven lagos interminables de profundidad sentida,
las raíces de las flores que no puedo dejar de mirar
acaban haciendo un nudo alrededor de mi garganta

mientras que yo simplemente sigo mirándolas,
y el aire dibuja mis latidos en la tierra,
que no deja de moverse.
Como yo,
como todas las horas que ya nunca voy a volver a contar.
Hay números girando sin parar alrededor de mi cabeza
y yo estoy dejando que me atrapen.

lunes, 18 de mayo de 2015

Caminemos


El sol sale sobre nuestras cabezas.
La luna que nos llenó el corazón de silencio
se marcha a inundar de caricias a otros
que siguen nuestro camino en distintos suelos.
Vemos nuestras ojeras cargadas de historias
en el reflejo de ese lago en el que perdimos la vergüenza y los frenos
y donde nos llenamos de ganas los pulmones.
Compañeros de viaje, caminemos.
Caminemos siempre hacia delante.
movidos por el sueño del que partimos
guiados por la conciencia y el instinto,
sintámonos vivos y humanos
sintámonos animales salvajes y unidos
caminemos sin soltarnos nunca la mano.
Caminemos a través de nuestros pensamientos
olvidemos el dinero y la civilización maleducada
que llenó de asperezas la rutina de la que ahora escapamos,
escribamos canciones sobre todas las horas del día
rindámonos ante el destino.
Es nuestro.
Y es este.
Es luchar por los que no tienen voz,
por los que no saben que pueden gritar
y por los que se quedaron sin aliento.
Por los que consiguieron abrirnos los ojos
por los que plantaron la semilla de la que bebemos ahora.
Es abrirnos paso ante el odio, ante la avaricia,
abrirnos paso en este mundo enfermo
para ese otro que sabemos que existe
y que queremos vivir.
Señalar a las flores que elegimos como nuestras
y sentirlas bajo nuestros pies en cada paso,
amanecer cada mañana en un lugar distinto
habiendo abolido cualquier resto de tristeza,
dormir cada noche
ante la esperanza en los ojos del de enfrente,
ante la plenitud de sentirnos vivos y libres
en el sonido de nuestros corazones.
Libres para poder sentir,
para poder mancharnos los pies en la tierra
para poder elegir cada dia este camino de colores.
Vivos para saber que queremos vivir
y que el resto viva. Feliz y libre,
recorriendo los sueños.
Caminemos.
Aún se está poniendo el sol.

domingo, 3 de mayo de 2015

Las cosas que me debo


Las cosas que me debo me llevan a cuestas.
Entre las colillas y la ceniza
hay un lago de toda la tinta que no usé nunca
para rendir cuentas con el tiempo,
para demostrar que tengo la valentía que pido al mundo todos los días.
Quizás debería empezar por pedirme perdón a mí misma
y perdonarme de una vez.
Sentarme ante el pasado
y preguntarle si él también me echa de menos
hablarle de todo lo que no he podido decir
plantarle cara a alguien
aunque sólo sea a la que fui,
contarle esas historias que nunca se hubiese creído,
arrancarle esa inocencia que aún le sobra
y que a mí ya me falta.
Aceptar el reflejo del pasado en el presente,
ver que lo que soy no son sólo mis propios pasos,
el destrozo que dejo por ir siempre mirando al cielo.
Ahora he sacado todos los poemas viejos
he sonreído ante cada letra de lo que fuimos
y celebro que en este baile de idas y venidas
aún puedo encontrarte en las cosas buenas.
He colgado de una vez las penas de una soga
y después de caerse todo que dijimos
que nunca dejaríamos que nos venciese,
después de los fallos,
del sol menor del querer,
sólo ha quedado un papel en blanco
porque a estas alturas de la historia
ya no sé qué debería decirte.
De todo lo que me debo sólo me queda saber
que no renunciaría a este sentimiento en forma de bumerang
que reduce mi cuerpo a movimientos sedientos de verte
mirándome como una noche de agosto,
a darte la mano con timidez y sin prisas,
a reinventarme otro septiembre.
Que no renunciaría a quererte otro verano de estos.

Te veré en aquel bar donde proyectamos futuros tan inciertos como nuestros sueños.
A ellos sí que no les debo nada,
siguen creyendo en mí tanto como yo en ellos.

domingo, 12 de abril de 2015


He soñado con la guerra.
La tierra estaba levantada
tenía los ojos llenos de ella
y el aire me pegaba en la cara,
apenas podía respirar.
Me levanté y al abrir los ojos
vi mi rostro en el reflejo de una lágrima
de un niño que lloraba en frente mío.
Tenía la cara rasgada,
la ropa rota,
y el brazo lleno de sangre.
No me dio tiempo a pensar qué hacía allí
quién era yo
y por qué pasaba todo aquello
porque era un sueño
y yo nunca me hago muchas preguntas.
Cogí al niño en brazos
y atravesé un desierto que se hizo demasiado corto para ser real,
de pronto estábamos entre cuatro rejas
en algo que parecía un campamento de refugiados
pero donde nadie parecía triste.
Una señora se acercó histérica
y me llevó a una esquina,
cogió al niño y saco una gasa,
alcohol, y no recuerdo qué más,
nadie pensó que la herida más grave
estaba en los ojos del niño
y no se iba a ir nunca.
Nadie le miró a la cara.
Lo vi llorar
y no pude evitar hacerlo yo,
no había dicho ni una palabra
y seguía sin hacerlo,
creo que no lo hizo en todo el sueño.
Nadie habló,
sólo escuchaba el llanto del niño
y un murmullo de voces lejanas que me agobiaban.
No sé si no podían vernos
o simplemente ignoraban el dolor.
Lloré, quizás con más rabia que pena,
y me dije que no iba a dejar que nadie más pasase por eso,
como si yo fuese alguien,
como si pudiese hacerlo:
por eso era un sueño,
hasta que levanté la cabeza
y en un cruce de miradas
los ojos verdes de ese niño que ya quería
me hablaron de todo lo que callaba
con la inocencia de sus 5 años
y el amor de alguien que ha aprendido a ser feliz
entre escombros, bombas y militares.
Me llenó de esperanza
y fue ahí donde dejé de odiar
porque había aún quedaba amor entre toda esa miseria.
Entonces me levanté y el niño, que ya había dejado de llorar,
me cogió la mano
y ahí supe quién era
y qué estaba haciendo allí.
Caminé para buscar la salida
pero sólo encontré rejas y rejas,
recorrí las 4 paredes de ese maldito sitio
para despertar de una vez de esa pesadilla;
pero no apareció la salida
ni tampoco me desperté
hasta que sentí la desesperación
de no poder escapar de la miseria.
Finalmente abrí los ojos
y suspiré aliviada porque sólo había sido un sueño,
sólo,
pero no sé por qué mis manos seguían llenas de tierra.

lunes, 6 de abril de 2015


La noche se me mete dentro
siento su esencia en cada poro
celebro su calma con cada aullido
y busco tu boca en cada calada
mientras me miras desde la parte de arriba de esa luna que nunca alcanzo
y que nunca dejo de mirar.
Como a ti.
Ando buscando mi sonrisa
entre toda esta montaña de sinsentidos que habita en mi mente
desde el momento en el que empecé a contar los días
en los que no era feliz.
No creo en las casualidades;
nunca creí en ellas
por eso dejo mi vida en las manos de cualquiera que la cuide mejor que yo
y que no la apriete demasiado;
sólo dejadme respirar.
No creo en las casualidades
ni en nada que no salga de dentro,
los caparazones se me vuelven absurdos
y llorar una forma mal vista de explotar lo que llevamos dentro.
Siento que los latidos se me salen del pecho
ante cualquier destello de vida que se me cruza
pero la mayor parte del tiempo busco el corazón con vida
dentro de este cuerpo muerto
que ya prácticamente sonríe por educación.
Hago equilibrismos por la rutina
deseando que algo me haga caer,
despertar de este sueño agridulce;
quizás sólo sea que miro donde nadie mira
donde no debería.
Vomito impulsos que van siempre un paso antes que yo,
abro libros compulsivamente, uno tras otro,
esperando encontrar una palabra que me encienda
una señal de qué hacer
o a donde ir,
que me diga por qué siempre huyo, de qué,
por qué esta necesidad de empezar de cero
siempre con la mirada perdida entre recuerdos,
esta sensación de que haga lo que haga nunca es suficiente
de que me persigue el error
este incesante pensamiento de que sólo soy un alma perdida
intentando saciar el mono de algo que no alcanzo a ver.

Sólo encuentro la calma en cada aullido que me lanza la luna.

martes, 17 de marzo de 2015

Esclavitud


En la risa de la luna reside nuestro llanto,
sólo por no poder alcanzarla.
En las paredes de mi cabeza
resuena el eco de mi voz,
repleta de dudas.
Dejo en manos de la libertad
todos mis intentos de llegar a ella,
me encierran mis propias rejas
que no son más que espejismos
puestos ahí por el miedo de no encontrar.
Los días a la deriva
nos hablan de otros que no nos interesan,
nos gusta la claustrofobia del desamor
tanto como renegar de él.
Es el miedo el que nos ata
pero somos nosotros los que le dejamos avanzar
recordar nos hace tanto daño como no hacerlo
y comparar con todo lo que fue mejor
nos prohíbe seguir.
Apuramos el paso,
callamos la ansiedad con la mordaza de las prisas,
aspiramos las sensaciones primarias
y empezamos a actuar tal y como no queremos
porque el odio a nosotros mismos es el único sitio
donde a veces encontramos amor.
Así el error se convierte en necesidad
y el día después de haberlo hecho mal
es el único sentimiento con el que puedo mancharme las manos ahora.
Soy fuego desligado de su origen
una cerilla sin ganas
el humo inapreciable de la noche
y no sé hasta que punto es el agua el que me mata
o es sólo el pensamiento incesante de que puede hacerlo,
no sé si me produce más amor mirar atrás
que miedo mirar hacia delante.
Cómo sé cuando soy yo
y cuando el reflejo de mi vida
el que ama.
Hasta que punto somos esclavos
y hasta que punto dueños,
cuándo nos suena el corazón
y cuándo los mordiscos.

jueves, 5 de marzo de 2015


A volantazos para huir
vuelvo para quedarme.
Otra vez no sé parar los latidos a tiempo.
Siento que disfruto cada instante,
que revivo cada trozo de vida anterior a esta,
la nuestra,
siento que me reencarno una y otra vez
en el corazón que nunca quiero,
siento que siento lo mismo
pero ya no miro desde los mismos ojos.
¿Por qué tenemos que ser felices?
Y sobre todo, ¿para qué?
Para qué estas medias tintas,
este rutinario aliento.
Para qué este dolor en el pecho
para que este vacío que se adueña de mí.
Para qué estas vistas a ninguna parte
esta noria de repetidas posibilidades
para qué este desgaste de palabras
si no vas a escucharme.
Para qué estas manos,
para qué una historia que no vamos a vivir,
para qué contar los daños,
para qué mirar al mar con cara de pena
si todo esta sequía es culpa nuestra.
“Lo siento” pero no pido perdón
sólo lo siento, y por sentirlo
sigo adelante, pero sin ninguna palabra,
esperando como una adicta a que la campana vuelva a sonar;
no voy a hacerme la dolida habiendo recibido sólo un disparo.

jueves, 12 de febrero de 2015



Estoy escuchando una canción a piano,
cuatro notas con un mundo debajo
y otro encima de los dedos que las tocan
y me pregunto si acaso el amor
no es sólo lo que me provoca la música
cuando no puedo encontrar la forma de describirla.
Hablamos del amor como si supiéramos algo de él,
nos refugiamos entre sus brazos,
le escupimos en la cara con frases que nos inventamos
para justificar nuestras actitudes humanas.
Despreciables a veces, sólo por eso,
por ser humanas.
Lo encerramos entre 4 paredes llenas de colores y luces
y nos enseñamos a tratarlo así, preso,
le enseñamos a ser feliz así: encerrado.
Pero los colores no dejan de ser opacos
y la opacidad algo que no nos deja ver lo que hay al otro lado.
Las miradas no se dirigen a lo que tenemos en frente
sino sólo a aquello que queremos mirar
y por querer tengo los ojos llenos de tanto
que no sé elegir que guardar para siempre.
Me perturba el paso del tiempo,
los cambios sobre mi espalda,
acabar encerrada en el echar de menos,
dar un paso hacia delante y cinco hacia atrás.
Me perturba lo que pudo ser y no fue
lo que podrá ser y por mi culpa no será,
ir un paso más allá del destino
y que nunca me lo perdone,
equivocarme de persona, de lugar, o de palabra.
Me perturba el ruido de las mentes ajenas,
no poder entender la tuya,
el silencio de algunas palabras.
Me perturba sentir, a veces,
que ya no nos queda nada.

lunes, 19 de enero de 2015

Desentiendo


 Sentir desde dentro,
pensar desde fuera
nunca un mismo latido fue tan diferente.
Estoy leyendo mi presente entra taquicardia y taquicardia,
sólo pienso en el pasado cuando nada me hace acelerarme en el ahora
y entre todo este humo que rodea mi mente
veo álitos del futuro que me espera.
Abro mi mente a un corazón nuevo
para sentir mucho más allá
del convencionalismo del amor.
Abro mi mente,
y vuelo entre recuerdos y sueños
que se juntan en algún punto de ese destino
en el que nadie cree pero que todos sufren.
Desentiendo el amor porque lo conocí contigo.
Aprendí a querer más allá de carreteras,
a sonreirle a la imagen de mí misma imaginándote en el espejo,
a entender ciertas palabras como un beso,
a sentir con la intensidad de tener los minutos contados.
Desentiendo el amor como posesión,
el amor como rutina,
el amor como eternidad,
el amor que se vende.
Desentiendo el amor sin amistad,
el amor publicitado,
el amor como escusa.
Desentiendo cualquier definición,
desentiendo el amor hacia una sola persona.
Amo al que amé y al que amaré en el futuro.
Amo cualquier tierra hostil
por la historia que tiene que contar,
amo cualquier tierra virgen
por la que será contada
cualquier amanecer,
cualquier regazo de aire pegándome en la cara.
Amo tanto el lugar donde vivo
como el sitio que nunca pisaré
porque la patria es sólo un invento
y el amor que muchos sentís
una simple actitud aprendida.
Amo el mundo y amar de todas las formas posibles.
Desentiendo el amor
porque es necesario para poder sentirlo.
Desentiendo el amor y ahora sí me siento libre,
y por fin entiendo que la soledad no es más que el canto de una sirena triste,
que la muerte no es más que un pobre hombre que no existe sin la vida,
y que la felicidad es ese ideal por el que todos luchan
mientras tú escondes el sol entre tus dientes.