miércoles, 13 de marzo de 2013

El camino de vuelta

Cuando empezamos a ser,
aún no sé muy bien cuando,
empezó un camino de diferentes paradas
y destino en ningún lugar, pero juntos.
El camino de los suspiros a medio terminar,
de los sucidios en tu boca,
de los kilómetros de no poder tocarnos,
de las caídas que siempre acaban en tu cama.
Ví ese camino gracias a la luz que desprenden tus ojos,
fijos aunque cambien de color.
Caminé, como quien camina hacia cualquier lugar donde estás tú,
como se camina cuando es la poesía y el poeta a la vez
el que te espera al dar la esquina.
Me encontré, gracias a las huellas que dejaste
con cada una de las letras que forman "nosotros"
y tú ya sabes, que son muchas más de 8.
Me perdí, a veces, en todos los poemas que me escribiste,
en todas las cosas que supiste decirme en el momento justo,
en su exacta medida,
como si las hubieses leido directamente de mi cabeza.
Me ví en el cielo de repente,
y yo, sin chaleco salvavidas.
Me arriesgué todo el camino,
y eso fue lo realmente bonito.

Me escribiste un día, que entre tú y yo
había además un camino de vuelta.
Siempre. Pasase lo que pasase.
Que yo sabía cómo volver.
Que tenías la certeza de que no iba a olvidarlo.
Cómo olvidarlo...
Que aunque tú no creas en el destino,
yo creo por los dos.
Pero dime si vale la pena volver a ciegas,
sin saber si vas a estar tú al otro lado
de este camino de vuelta.

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