jueves, 28 de mayo de 2015
Los años que dejo atrás me parecen otras vidas.
Pero yo el mismo animal.
Me agazapo ante mi nostalgia,
respiro entre los espacios del reloj de arena en mi estomago
y juego al gato y al ratón con mis pensamientos. ...
Pero nunca gano.
Pero nunca encuentro donde encerrarlos.
Me decido a luchar contra ella
cada vez que cierro los ojos
pero la espada de madera con la que lucho arde cada vez que la toco.
Así empieza todo lo que no termino.
Siempre me pierdo antes de llegar al final.
Los caminos se me cruzan para convertirse en laberintos,
los ríos se vuelven lagos interminables de profundidad sentida,
las raíces de las flores que no puedo dejar de mirar
acaban haciendo un nudo alrededor de mi garganta
mientras que yo simplemente sigo mirándolas,
y el aire dibuja mis latidos en la tierra,
que no deja de moverse.
Como yo,
como todas las horas que ya nunca voy a volver a contar.
Hay números girando sin parar alrededor de mi cabeza
y yo estoy dejando que me atrapen.
lunes, 18 de mayo de 2015
Caminemos
El sol sale sobre nuestras cabezas.
La luna que nos llenó el corazón de
silenciose marcha a inundar de caricias a otros
que siguen nuestro camino en distintos suelos.
Vemos nuestras ojeras cargadas de historias
en el reflejo de ese lago en el que perdimos la vergüenza y los frenos
y donde nos llenamos de ganas los pulmones.
Compañeros de viaje, caminemos.
Caminemos siempre hacia delante.
movidos por el sueño del que partimos
guiados por la conciencia y el instinto,
sintámonos vivos y humanos
sintámonos animales salvajes y unidos
caminemos sin soltarnos nunca la mano.
Caminemos a través de nuestros pensamientos
olvidemos el dinero y la civilización maleducada
que llenó de asperezas la rutina de la que ahora escapamos,
escribamos canciones sobre todas las horas del día
rindámonos ante el destino.
Es nuestro.
Y es este.
Es luchar por los que no tienen voz,
por los que no saben que pueden gritar
y por los que se quedaron sin aliento.
Por los que consiguieron abrirnos los ojos
por los que plantaron la semilla de la que bebemos ahora.
Es abrirnos paso ante el odio, ante la avaricia,
abrirnos paso en este mundo enfermo
para ese otro que sabemos que existe
y que queremos vivir.
Señalar a las flores que elegimos como nuestras
y sentirlas bajo nuestros pies en cada paso,
amanecer cada mañana en un lugar distinto
habiendo abolido cualquier resto de tristeza,
dormir cada noche
ante la esperanza en los ojos del de enfrente,
ante la plenitud de sentirnos vivos y libres
en el sonido de nuestros corazones.
Libres para poder sentir,
para poder mancharnos los pies en la tierra
para poder elegir cada dia este camino de colores.
Vivos para saber que queremos vivir
y que el resto viva. Feliz y libre,
recorriendo los sueños.
Caminemos.
Aún se está poniendo el sol.
domingo, 3 de mayo de 2015
Las cosas que me debo
Las cosas que me debo me llevan a cuestas.
Entre las colillas y la cenizahay un lago de toda la tinta que no usé nunca
para rendir cuentas con el tiempo,
para demostrar que tengo la valentía que pido al mundo todos los días.
Quizás debería empezar por pedirme perdón a mí misma
y perdonarme de una vez.
Sentarme ante el pasado
y preguntarle si él también me echa de menos
hablarle de todo lo que no he podido decir
plantarle cara a alguien
aunque sólo sea a la que fui,
contarle esas historias que nunca se hubiese creído,
arrancarle esa inocencia que aún le sobra
y que a mí ya me falta.
Aceptar el reflejo del pasado en el presente,
ver que lo que soy no son sólo mis propios pasos,
el destrozo que dejo por ir siempre mirando al cielo.
Ahora he sacado todos los poemas viejos
he sonreído ante cada letra de lo que fuimos
y celebro que en este baile de idas y venidas
aún puedo encontrarte en las cosas buenas.
He colgado de una vez las penas de una soga
y después de caerse todo que dijimos
que nunca dejaríamos que nos venciese,
después de los fallos,
del sol menor del querer,
sólo ha quedado un papel en blanco
porque a estas alturas de la historia
ya no sé qué debería decirte.
De todo lo que me debo sólo me queda saber
que no renunciaría a este sentimiento en forma de bumerang
que reduce mi cuerpo a movimientos sedientos de verte
mirándome como una noche de agosto,
a darte la mano con timidez y sin prisas,
a reinventarme otro septiembre.
Que no renunciaría a quererte otro verano de estos.
Te veré en aquel bar donde proyectamos futuros tan inciertos como
nuestros sueños.
A ellos sí que no les debo nada,
siguen creyendo en mí tanto como yo en ellos.
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