Estamos sentados al lado
y nunca hemos estado tan lejos.
No miramos al mismo cielo
pero sentimos el mismo miedo a que caiga
y destruya todo lo que construimos
con las dudas y las certezas,
el amor y la cobardía
de pensar en cómo hacerlo bien
cuando no tienes ni idea de qué es lo que quieres hacer.
Tengo tantas cosas en la cabeza
que se me ha olvidado lo último que no te dije
el día que me quedé en silencio mientras tú te abrias
para enseñarme tu corazón
y decirme que no lo había roto yo.
Tengo un odio inmenso a sentir
y un miedo terrible a no sentir nada,
el futuro es el arma que tengo en la mano
y no sé si lleva flores o balas.
Hace tiempo que no nos miramos.
Has convertido todos tus sentimientos en folios en blanco,
yo he tenido que romper los míos,
hemos creado de cada sí cien razones para decir que no,
y hemos llegado a ese punto en el que cada movimiento de uno
es un dolor del otro.
Hemos aprendido a llenar
los momentos de silencios
y ahora nos sobran las palabras mientras intentamos explicar
que ya no somos los mismos porque en el fondo lo seguimos siendo.
El tiempo pasa y nadie es consciente de lo que se lleva.
El tiempo pasa y nosotros con él.
No sé que va a ser de mi, qué voy a hacer,
dónde y a qué voy a dedicar mis días
pero si alguna vez tengo que escapar
sé con certeza que iré
sea donde sea que tú vueles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario