Te ví durante mucho tiempo
pero no supe mirarte
hasta el día en que tú me miraste a mí.
Entonces, entendí que entre tú y yo
sólo había un sueño de distancia,
el mismo puto sueño de siempre:
cambiar el mundo tanto como nos dejase la vida.
Sigo teniendo el mismo sueño
y las mismas ganas de que seas tú
el que me coja la mano los instantes previos a la guerra
me mires con los ojos llenos de la furia que da tener esperanza
y me toques el pelo dejando caer entre tus dedos
la paz necesaria para ganar.
Nos volveremos a enamorar en alguna revolución
pero mientras,
ojalá tu vida sea un campo de amapolas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario