sábado, 28 de diciembre de 2013

Olvidar y toda esa mierda


Te he buscado en vagones de metro,
en los bares más bonitos de Madrid,
en los espejos y en los charcos,
en todos los ojos bonitos que he visto
desde que ya no me veo en los tuyos.
Te he buscado y he imaginado
que en medio de una plaza llena de gente que no cree en el amor
llegabas para decirme que la vida no es tan aburrida,
que el mundo no es tan horrible,
que entre el amor y el olvido hay mil mares de distancia
que nunca vamos a cruzar.
He imaginado que, al menos,
volvías para recordarme que siempre vas a ser un poco mío.
Te he buscado y ni siquiera sabría que decirte,
siendo totalmente sincera.
Quiero sangrar hasta dejarlo todo lleno de letras,
hasta que no me quede nada que decirte.
Dime cómo haces para olvidar
que hace un año me hablabas de cómo cambiar el mundo
mientras yo te abrazaba en una cama de matrimonio
que se tornó poesía esa noche.
Y te digo, desde este folio,
que por favor dejes de fingir que todo está bien entre tú y yo,
que dejes de tratarme con indiferencia cuando yo ni siquiera soy capaz
de mirarte a los ojos cuando me hablas,
que entiendas que ninguno de los dos va a volver a ser lo que era,
que no me digas que te olvide cuando no puedo ni quiero,
que dejes, por favor, de olvidarme tú a mí.

Yo ya me he acostumbrado a estar sin ti
y, qué quieres que te diga,
eso es lo más triste que me ha pasado nunca.



La revolución de las flores

Te ví durante mucho tiempo
pero no supe mirarte
hasta el día en que tú me miraste a mí.
Entonces, entendí que entre tú y yo
sólo había un sueño de distancia,
el mismo puto sueño de siempre:
cambiar el mundo tanto como nos dejase la vida.

Sigo teniendo el mismo sueño
y las mismas ganas de que seas tú
el que me coja la mano los instantes previos a la guerra
me mires con los ojos llenos de la furia que da tener esperanza
y me toques el pelo dejando caer entre tus dedos
la paz necesaria para ganar.

Nos volveremos a enamorar en alguna revolución
pero mientras,
ojalá tu vida sea un campo de amapolas.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Me dueles

Vivo en una jaula sin paredes llena de pintadas con tu nombre
a la que suelen llamar amor.
Pienso, y quisiera mirarte como la primera vez
que te miré como si fuese la primera,
pero no puedo y lo siento,
siento de veras no poder borrar toda nuestra historia de mis ojos,
siento este sinfín de flashbacks como una preciosa película en blanco y negro,
siento este constante cruzar en rojo hacia tu olvido.

Y me duele.
Me duelen los golpes en la pared de los recuerdos.
Me duelen las despedidas y los portazos,
todos tus quiero y no puedo,
tropezarme contigo en cada paso que doy.
Me duelen tus huidas, tus planes sin mí,
tus ganas de verme en este callejón en el que nos encontramos ahora
y donde ninguno de los dos puede encontrar la salida.
Me duelen los veranos,
todos los sitios donde ya no te voy a volver a besar,
los km que ya no nos separan,
el miedo que sientes a que el boli no deje de escribir mi nombre cada vez que escribes.
Me duele que siempre llamásemos error a querernos como lo solíamos hacer.
Me duele lo que solíamos ser.
Me duele que me duelas.

Y no voy a mentirte:
vivo en una continua resaca de nosotros
y bebo para olvidarla.