Me quedan cinco minutos para verte
y sigo sin saber
sonreír sin que se me escapen tus fantasmas.
Me pesan los ojos de
no mirarte
y ya no me resisto a
caminar mirando al suelo.
Doy pasos firmes
hacia el futuro,
pero no puedo dejar
de mirar atrás
y recuerdo tu
sonrisa,
la que trajiste el
primer día,
la que decía:
“vengo a cumplir
sueños, y yo sólo soy el primero.”
Las ruinas son lo que queda de mí
cuando al mirarme lo
único que ves son recuerdos.
Quiero hablarte de la
soledad,
he sentido su aliento
toda la noche en mi cuello,
su voz en mis
pensamientos,
y tus dedos
delineando en mi espalda todo lo que no nos dijimos.
Quiero explicarte que
aquí te oigo en cada acento.
que ya no me
recuerdo,
que me duelen tus
arañazos
mientras sigo recogiendo los trozos de lo que solía ser.
Tengo las manos llenas de
hielo de no tocarte
y sigo sin saber responder
cuando me preguntan quienes fuimos.
Quiero decirte que ya
no me acuerdo de soñar,
ni sé de ningún sueño
que no sea tenerte al final del día,
compartirte con la
poesía.
Que fui yo, quise tanto ser
la mujer de tu vida
que se me olvidó que
ya tenías una.
Quiero que sepas
que siempre me gustó
que fueses un desastre,
que conocí mundo y
que lo tengo claro:
esta vez vengo para
quedarme.